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Abogados a Ciegas

Marcos Ibargüen Segovia

El ejercicio del derecho en Guatemala se dirige hacia las especializaciones.   Desde luego,  todavía hay muchos juristas que tienen un dominio y una experiencia legal  muy amplios, que van desde el derecho civil, mercantil, pasando por familia, derecho administrativo  e incluso penal.  Asimismo, los abogados en Guatemala somos notarios,  lo que implica en sí toda una profesión distinta y especializada en otros países.  

Hace ya algunos años me dijo uno de esos juristas completos, de los que consideran el derecho como un conjunto y no como partes perfectamente separables y delimitables, que quien no litigaba no era realmente abogado; es decir, no era realmente un  jurista.  En un momento de mi vida en el que precisamente las circunstancias me iban conduciendo hacia enfocarme al área corporativa, el comentario me causó gran impacto. Lo cierto es que planteó en mí un dilema que aún me debato, y es el de la especialidad versus la integralidad.  Para serles franco, cada vez que me planteo este dilema me convenzo más que es jurista quien puede ver el derecho como un todo  integrado y dinámico, sin claras fronteras entre sus llamadas “ramas” o “áreas”.  

Sin embargo, como mencionaba al inicio, Guatemala sí está dando ese paso hacia las especializaciones, motivado esencialmente por la demanda de servicio legal, que requiere de un enfoque mucho más profundo de cierta parte del derecho en determinadas circunstancias.   En otras palabras, el mercado, es decir, los clientes que requieren de servicios legales, nos están conduciendo hacia la especialidad.  Los Litigantes ya no son solo litigantes, los clientes buscan especialistas en litigio penal, en  acciones constitucionales,  en litigio civil, mercantil, familia o arbitraje. 

Los especialistas en el ejercicio del derecho necesitan  dotarse de las herramientas necesarias para ser realmente especialistas.   No me refiero únicamente a tener todas las leyes vigentes, los reglamentos, los libros de doctrina más actualizados  o hasta incluso estudiar su disciplina en derecho comparado.   Los especialistas necesitan saber, sobre todo,  cómo se aplica el derecho en su área de enfoque.   Pero muchas veces los especialistas no son litigantes y entonces se encuentran alejados o ven a las resoluciones judiciales con desdeño.   No se percatan de que el derecho de Guatemala  está allí realmente: En las resoluciones judiciales, en las sentencias y autos que emanan de los tribunales y juzgados de Guatemala.  

Es posible que ese desdeño tenga alguna justificación, como podría ser, los jueces y magistrados  no siempre entienden realmente la institución o son inconsistentes, etc. Todas razones posiblemente reales y  muy relevantes.   Pero al final de cuentas, son quienes aplican el derecho.  ¿O será el derecho en Guatemala, algo distinto de lo que aplican sus jueces y magistrados? 

Hagámonos la siguiente pregunta ¿Qué sirve más a un cliente,  recibir consejo legal respecto de cómo se aplica el derecho en Guatemala o  recibir un consejo legal de cómo a su mejor y más estudiado criterio se debería de aplicar?  Dejo al lector que forme su propia conclusión.

Pueda haber frustración o resistencia a querer saber más acerca del derecho aplicado en Guatemala por diversas razones: porque no estamos acostumbrados  a hacerlo, porque  lo vemos innecesario, o porque no nos gustan las resoluciones judiciales.  Quizás estamos tremendamente frustrados por la  inconsistencia de criterios entre los distintos juzgados y salas.  O nos molesta el excesivo formalismo, o la poca discusión del fondo de los conceptos jurídicos y el énfasis en lo procedimental. Pero lo cierto es, que con todo y esas inconsistencias y superficialidades, ese es el derecho aplicado de Guatemala.  Nos guste o no nos guste.

Pasa aquí algo como cuando no queremos ir al médico.  Sospechamos o tememos que algo puede andar mal. También es probable que no esté tan mal, pero  el miedo de saber nos hace inconscientemente resistir un diagnóstico médico porque no queremos oír las malas noticias.   O tal vez pensamos que todo marcha bien, que todo es como en “teoría” debería de ser  por mi edad, porque me cuido bien, etc.   En  el fondo, hay gran ansiedad porque sabemos que sin el diagnóstico clínico, sin los exámenes de sangre o el ultrasonido, todo lo que pensamos son meras suposiciones.   

Los juristas guatemaltecos deben quitarse el miedo a la “bata blanca” y  someter su percepción de lo que es el derecho en Guatemala al diagnóstico clínico. Para ello es indispensable volcarse al cómo se está aplicando el derecho.   Es un verdadero cambio de mentalidad.   Es cierto, el riesgo de conocer cómo se está aplicando el derecho puede quitar un poco de romanticismo a lo perfecto, ordenado y consistente que creemos que es el derecho.   Pero no podemos apartarnos de la realidad: sin tener un diagnóstico clínico de nuestro padecimiento no podemos empezar el tratamiento.   Si detectamos que hay muchas inconsistencias en la manera en que se están resolviendo las situaciones jurídicas, es tiempo de buscar patentizarlas  y corregirlas.   Es tiempo de buscar que se aplique la medicina adecuada a nuestros pacientes.  

El abogado especialista que ignora cómo se está aplicando el derecho, realmente está dando consejos a ciegas a sus clientes.  Quizás estará jugando a predecir cómo se interpretará tal o cual disposición jurídica.  Estará adivinando,  o lo que es lo mismo, estará jugando a hacer derecho.   

Es tiempo de ir al médico para comprender cuál es el estado de la enfermedad.   Si el cáncer de la inconsistencia judicial está muy regado, serán los juristas que se percaten de la situación los que irán patentizado estas inconsistencias, buscando una unificación de los criterios judiciales.  Es tiempo también que los abogados ejerzamos el derecho con un poco más de humildad, reconociendo y explicando a nuestros clientes cuál es el estado actual del derecho en Guatemala, del derecho aplicado,  complementando nuestros dictámenes con los criterios judiciales, nos gusten o no.    El primer paso para sanarse es reconocer y  diagnosticar el mal y nuestros clientes deben saber el diagnóstico más completo posible de sus situaciones jurídicas.

 

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