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La ley y el ordenador
Rodrigo Arias

Verde para contestar, rojo para colgar…

 

… eso es todo lo que tenés que saber − molestaba una amiga en común a mi amigo abogado, hace unos ocho años, cuando los celulares todavía tenían dos botones bien demarcados en verde y rojo para el efecto.
 

Recuerdo que mi amigo sólo se reía, en parte porque su fino sentido del humor le permitía reírse de sí mismo, y en parte porque realmente eso de la tecnología no era precisamente un conocimiento necesario para tener éxito en su práctica profesional.  Más o menos, de la misma forma que yo también me río de mis  sorprendentes limitaciones musicales.

Pero eso fue hace ocho años.  

Hoy por hoy, ¿Cómo puede un prestigioso bufete con lujosas oficinas en una exclusiva zona de la ciudad, escriturar compraventas bajo esquemas más competitivos que las tarifas de aquel excelente abogado, legítimo artesano de su profesión, apoyado por su eficiente secretaria de toda la vida?

¿Cómo un joven abogado, con acceso a una base de datos de sentencias, puede darse cuenta que si le toca en el decimoquinto, el litigio de la hipoteca va a tomar completamente otra dirección que si le toca otro juzgado?  Algo que tradicionalmente sólo los abogados experimentados y especializados en esos temas, después de años de práctica profesional, sabían.

¿Cómo se las arreglan los bufetes regionales para ofrecer sus servicios en todos los países de Centroamérica?

¿Y por qué los clientes cada vez llaman menos para solicitar certificaciones en el registro mercantil, de la propiedad y otros trámites?.

La respuesta a todas estas preguntas es, por supuesto, que la tecnología digital permite reducir los costos y los tiempos para proveer servicios, consultar información, comunicarse a distancia y realizar trámites.  El prestigioso bufete, el joven litigante, los bufetes regionales y − más importante aún −  los mismos clientes lo saben y lo aprovechan porque les resulta más económico y rentable. En un estudio reciente del Consejo General de la Abogacía Española, “el 97% de los abogados considera las nuevas tecnologías fundamentales para el ejercicio profesional”. http://bit.ly/1iB3RkY

Sin embargo, lo que no todos saben, es la capacidad de los abogados para comprender y aplicar la tecnología más allá de su práctica profesional.  Personalmente, conozco varios ejemplos notables:

1. Thorne McCarty, mi asesor en el departamento de Ciencias de la Computación en la Universidad de Rutgers, es reconocido como uno de los pioneros en Inteligencia Artificial.  ¿Grado académico? Juris Doctor.

2. Peter Thiel, billonario, fundador y CEO de PayPal, y el primer inversionista externo de Facebook.  Abogado.  

3. IURISTEC, mi cliente, creador de la única base de datos que recopila, clasifica y analiza la jurisprudencia en el país.  Su Consejo Editorial, Dirección General, Expertos y Revisores: Abogados

4. Mario Ovalle, mi socio en ALAPAR, una nueva iniciativa para ofrecer Peer to Peer Lending en Guatemala.  Abogado.

Y es que la tecnología no sólo sirve para automatizar los servicios legales y abaratar sus costos, sino también para concebir y emprender nuevos modelos de negocios − ya sea proveyendo servicios conexos (como IURISTEC), o donde el conocimiento de la ley es clave para el éxito del negocio (como PayPal).

Comprender el rol de la tecnología en los negocios también es importante porque a medida que ésta va jugando un rol integral dentro del giro de negocio de los clientes, temas legales como: propiedad intelectual, firmas electrónicas, seguridad digital y privacidad, cada vez van cobrando más relevancia.

En este sentido, comprender y aplicar la tecnología en los negocios no significa ser ducho con el iPhone, el Web, o Excel y por lo tanto, no es una habilidad que se adquiere por tomar cursos en estas áreas.

La clave radica en comprender el valor diferenciador que aporta una nueva tecnología (saberla usar ayuda, pero no es requisito), y concebir o adaptar modelos de negocios que realizan dicho valor.  La buena noticia es que esto, a diferencia de la música, es relativamente fácil de aprender.  Aquí algunos tips:

  1. Cada vez más las carreras de derecho incluyen cursos específicos sobre tecnología y negocios, y el formato de los cursos es muy similar al de los cursos de emprendedores. http://nyti.ms/1pxpaCy
  1. Si usted ya salió de la universidad, para nunca regresar, le recomendaría leer uno de los mejores libros sobre tecnología y negocios: “Zero to One: Notes on Startups, or How to Build the Future” escrito, dicho sea de paso, por un abogado.  Billonario. Profesor del curso Startup en Stanford.  Ajá, el mismo Peter Thiel que menciono arriba.  http://amzn.to/1qEPNbY
  1. La mejor forma de aprender, dicen los educadores, es aprender haciendo.  Y mejor aún, agregaría yo, si es haciendo dinero.  Si tiene un negocio en mente, o simplemente desea aprovechar la tecnología para ser más competitivo en su quehacer profesional, asesórese con expertos en tecnología; y poco a poco, con sana prudencia, láncese al agua…

     … porque, igual, no nos podemos quedar afuera.  El avance de la tecnología, como la salida del Paraíso, es inexorable.  Por definición tautológica, siempre viene para quedarse (a las innovaciones de paso, que vienen y van, simplemente les llamamos ‘modas’).  A una tecnología sólo la desplaza otra tecnología aún más avanzada. No por el simple hecho de ser ‘avanzada’, sino sólo cuando su aplicación en cada caso en particular aporta más valor que la tecnología  anterior.

 Así que - verde para contestar… es el primer paso.  Por favor, manténganse en línea, esta llamada puede ser muy importante para usted.

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