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Empresa y marco jurídico de la actividad productiva
Dr. Marcelo Loprete
marcelo@loprete.com.ar

Este trabajo tiene su antecedente concreto de investigación en los capítulos I y II de la Tesis Doctoral del autor, Titulada “Propiedad, Participación y Decisión en la Empresa”, defendida el 01.07.1992, en al Universidad de Navarra (España) y el libro que, con idéntico título fue publicado por Unión Editorial, Madrid, España, 1996. El tema ha recobrado actualidad ante la irrefrenable internacionalización y transculturación de las normas jurídicas que regulan la actividad mercantil. Escrito para ser publicado en exclusividad por Iuristec, Guatemala.

Índice

1)      Necesidad y satisfacción

2)      Trabajo e intercambio

3)      Producción e intercambio

4)      La organización: el valor agregado

5)      Revisión de los marcos legales de la actividad productiva

 

 

1)      Necesidad y satisfacción

Desde que el hombre habita sobre el suelo del planeta, como consecuencia del pecado original, por el que fue expulsado del paraíso, debe trabajar para satisfacer sus necesidades.

Por tanto, así como las necesidades son consustanciales al hombre, y las hay de distinta naturaleza, el trabajar para satisfacerlas es lo propio de él. Este breve ensayo no versará sobre el trabajo, que es una actividad humana con la cual el hombre se hace pleno su ser, sino sobre la forma en que el trabajo se ha ido realizando en forma organizada, a lo largo del tiempo, para satisfacer las necesidades de los hombres; y de cómo, paralelamente a esas distintas maneras de organización en cada momento, le correspondió un marco jurídico determinado.

2)      Trabajo e intercambio

La forma de organización del trabajo productivo tiene una relación muy estrecha con la forma de organización de la sociedad. En la medida que exista una sociedad organizada, y de la mayor o menor complejidad de ese orden, existirán formas de  organización del trabajo de similar grado de complejidad, y así serán las relaciones que a partir de él se crean. Ese es el mundo del Derecho.

La duda que surge entonces es, ¿antes de existir sociedades organizadas no existía trabajo organizado?. La respuesta a la pregunta, inicialmente, es no, no existía; sin una sociedad organizada y con división de tareas no existe trabajo organizado.

El hombre primitivo, que no vivía en comunidades sino aislado, solo debía y podía realizar aquellas labores que le permitiesen auto sustentarse. No existía el intercambio y solo existía la complementariedad entre los integrantes de la familia, en las distintas tareas que desarrollaban.

Por otra parte, como el hombre siempre tiene necesidades (alimentación, vestido, descanso y vivienda, como necesidades básicas) que son consustanciales a la persona humana e independiente del tiempo y del lugar en que el hombre se encuentre, lo que han mutado en el tiempo son las formas de satisfacerlas.

Cuando el hombre vivía solo con su núcleo familiar primario, solo debía satisfacer sus necesidades propias, y de su grupo familiar, solo con el trabajo de los integrantes de ese núcleo.

En este caso, la posibilidad de aplicar el concepto de división del trabajo, es muy escasa. Con la restricción de la cantidad de integrantes del núcleo familiar, la división del trabajo es casi inexistente. Las tareas que podrán encararse serán la obtención de alimentos, el cuidado de los integrantes del grupo, y la defensa frente ataques externos, sea de animales o de otros hombres o grupos de hombres.

Por ello, lo que se produce, alcanza escasamente para la supervivencia de los integrantes del grupo familiar.

Solo cuando un hombre o un grupo de hombres y mujeres, una familia, comienza a convivir pacíficamente con otros hombres o grupo de hombres, puede interactuar con ellos. Es en este momento que el concepto de intercambio comienza a hacerse realidad. El intercambio, que se basa en el respecto al derecho de propiedad, a la vez permite superar el concepto de apropiación violenta de bienes. Si una persona tiene un bien de su propiedad, tiene la capacidad para decidir libremente despojarse de el, en busca de un bien mayor.

Surge así el intercambio y posteriormente el comercio, en el cual las dos partes, por acuerdo libre de voluntades, maximizan sus utilidades, desprendiéndose de algo que les pertenece (un bien, su tiempo, su actividad, etc.) porque estima que es mejor para sí no tener eso, y obtener a cambio otra cosa.

3)      Producción e intercambio

Situaremos el comienzo histórico de este estudio en Europa, en el año mil.  Obviamos toda la etapa de organización de la actividad productiva previa y dejamos de lado otros antecedentes de diversas localizaciones geográficas. Entendemos que, conociendo las pautas generales que abordaremos en estas líneas, tendremos los elementos mínimos necesarios para comprender el origen de las instituciones jurídicas que regulan las actividades mercantiles, y en especial de las sociedades, en nuestros países.

Como se verá, existe una correlación directa entre las normas que regulan la actividad productiva, los marcos políticos en los cuales se dan esas normas, y los paulatinos avances de la ciencia y la técnica.

En la Europa de postrimerías del Imperio Romano y comienzos de la Alta Edad Media, la vida organizada en grupos sociales se limitaba a la existencia de grupos de personas, aislados en el espacio, y reunidos en torno a una fortaleza o castillo.

La estructura social, política y económica del feudalismo, que apareció y se consolido como consecuencia de la necesidad de sustituir las viejas formas de los latifundios imperiales, había hecho posible que sobrevivieran la pobre Europa de guerreros, clérigos y campesinos.

Pero a partir del año 1.000, junto al aumento de la población, la producción agraria experimentó mejoras notables que se reflejan en el nivel de vida. Los excedentes, en muchos casos producidos por las mejores técnicas, alimentaron un comercio que se hizo, comprador en Italia y vendedor en Flandes. Comenzaron así a generarse las corrientes mercantiles a partir de las cuales se uniría Europa, no solo comercialmente, sino en última instancia, cultural y políticamente.

En las pocas ciudades existentes, que estaban aun primitivamente organizadas, (eran o bien reliquias del viejo Imperio Romano que habían sobrevivido a la devastación general de las guerras, o bien burgos fortificados, edificados por los nuevos príncipes), se produjo un importante fenómeno: mercaderes y artesanos se asentaron en los suburbios (faubourgs).  

Con el correr del tiempo, al haber crecido en número, estos grupos sociales de mercaderes y artesanos y la actividad productiva y comercial que desarrollaban, marcaron una clara diferencia entre éstos y del resto de la sociedad. Esto llevo a que, dada la importancia relativa que adquirieron, se organizaran para tomar en gobierno formal de la sociedad, aun manteniendo formalmente las estructuras públicas antecedentes.

Esta revolución silenciosa rompió la estructura social tripartida del campesinado, la milicia y el clero, y la realidad forzó a la aceptación de de esta nueva clase, la de los “burgueses” o pobladores propietarios de las ciudades. Esto llevó a una paulatina separación en la ciudad y el campo.

Paulatinamente, Europa comenzó a poblarse de ciudades. A excepción de Londres, Paris y Sevilla, todas siguieron vinculadas con el campo, porque no tenían otra forma de satisfacer las necesidades de sus pobladores si no era con el trabajo agrícola y ganadero. Solo en aquellas tres ciudades y muy escasamente en algunas otras más pequeñas, la subsistencia de sus pobladores se pudo dar por la actividad de talleres instalados en ellas, que producían bienes con mayor elaboración que los primarios.

En los cuatro siglos que van desde el año 1.100 hasta el 1.400, ésto es hasta el fin  de la llamada “Plena Edad Media”, período que coincide, en lo político y religioso, con las Cruzadas y la consolidación de la Iglesia Católica como referente de fe, se produjeron algunos hechos que implicaron el cambio definitivo de la forma de organización de la actividad productiva. Referimos entre esos hechos:

  • La consolidación de Flandes como región productora y abastecedora de tejidos, para gran parte del Continente;
  • El surgimiento de la formas de asociación y agremiación, claves para regular la manufactura y el comercio (las comendas y las societas, las gikdes¸ las hansas,  y los gremios de artesanos y mercaderes;
  • La venta al menudeo (que reemplaza a la producción a pedido que realizaba el artesano); y
  • El surgimiento de las ferias y mercados periódicos (semestral, mensual, quincenal) las que, como reunión organizada de artesanos, permitió el abastecimiento de la población de las ciudades de manera regular.

El estadio conclusivo de esta evolución, al final de la Baja Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, se concretó con la consolidación de las incipientes ciudades y, ante la demanda constante de la población, la posibilidad y necesidad de los artesanos de trabajar a destajo. Este cambio en la forma de producción, requirió de mayores volúmenes de capital, para la adquisición de materia prima, y de mayor cantidad de mano de obra. Los artesanos entonces, reunidos en los gremios propios de cada especialidad, establecieron las reglas del maestrazgo y del aprendizaje, que implicaba un sistema mediante el cual, los conocedores del oficio, restringían el acceso al mercado de otros competidores,  y obtenían mano de obra, a la que calificaban, pero que estaba sometida siempre a  su control.

Este sistema de aprovisionamiento de mano de obra y regulación del ingreso al mercado, permitió la consolidación de las clases de los artesanos y los mercaderes y su paulatino enriquecimiento y empoderamiento social.

Por otra parte, este esquema social de organización de la producción, implicaba, esencialmente, un esquema de asociación de grupos monopólicos, que impedían la incorporación de cambios cualitativos o cuantitativos en la producción, que conllevaba a un estancamiento. Solo entrado el siglo XVI y en el siglo XVII se concretaron los cambios que luego posibilitarían la revolución industrial y el consecuente cambio en la forma de organización de la producción.

Durante los dos siglos siguientes la actividad productiva y comercial no experimentó cambios cualitativos de relevancia: se siguió destinando la producción agrícola para permitir la vida de las cada vez más grandes poblaciones de las ciudades, y los mercaderes y artesanos continuaron realizando sus actividades como hasta ese momento, amparados en el inmovilismo que fomentaron los gremios.

Solo se encentra en este período, un incremento cuantitativo en la demanda de los mismos bienes producidos, por el enriquecimiento de Europa, tras el descubrimiento de América, sin que exista en la actividad industrial una transformación significativa en los métodos y la tecnología utilizada.

Es ya entrada la Edad Moderna que se produjo una estructuración consolidada de las clases sociales que habitaban las ciudades:

a) la oligarquía semi-nobiliaria;
b) la burguesía mercantil, netamente diferenciada de la anterior, y
c) el artesanado.

El nuevo grupo social que se ha consolidado, el de los comerciales, que constituían el núcleo de la burguesía, poseían  fortunas integradas por propiedades urbanas y rústicas, y créditos provenientes de préstamos; pero solo escasas inversiones industriales.

En la etapa mercantilista se observan dos tipos de empresas características, que van a ir permitiendo un paulatino cambio en los procesos productivos:

a) las empresas privilegiadas, por acciones, con participación estatal y dirigidas al gran comercio internacional; y

b) las manufacturas estatales (industrias concentradas por deseo del propietario y no por necesidades técnicas), también monopólicas, sujetas a un régimen jurídico y fiscal diferente al del resto de las actividades industriales. Éstas estaban dirigidas a introducir nuevos productos y tecnología y a sustituir importaciones.

Con la revolución industrial, se aceleró la tendencia y se produjo un real cambio cualitativo en las formas de producción. Así, entre 1760 y 1780, primero en Inglaterra y luego en el Continente, se produjo el efectivo rompimiento con el sistema de producción anterior.

Este hecho histórico, conocido y ampliamente estudiado, solo merece en este trabajo mencionarse. Pero rescatamos de él, que se trató de un hito cuyas consecuencias inmediatas, entre otras, fueron los cambios sociales generales que se produjeron, y la consecuencia mediata que deseamos mencionar fue el cambio de las estructuras legales en las que se enmarcaban la industria y el comercio. Volveremos sobre este punto.

4)      La organización: el valor agregado

No ahondaremos en los ya conocidos aspectos de la Revolución Industrial. Preferimos centrar estas líneas en dos fenómenos que temporalmente son coincidentes y se dieron en el período estudiado, que cambiaron la forma de producción artesanal, a una nueva.

Por un lado surgió la “fábrica”, con la consiguiente necesidad de aplicar mayores cantidades de capital fijo a su puesta en marcha y funcionamiento; por otro lado se consolidó el “espíritu de empresa”, que llevará a algunos grupos humanos a construir grandes firmas, típicas de este período.

Estos dos hechos relevantes desde el punto de vista de los cambios estructurales que produjeron en la sociedad, contribuyeron a la concreción de otros dos cambios:

  • La desvinculación de la actividad productiva de la persona del comerciante: surgió un nuevo sujeto en el proceso de fabricación y venta de bienes , el “empresario”, y
  • La consecuente necesidad de reunión de los patrimonios de varias personas e incluso familias, para poder posibilitar la instalación y puesta en funcionamiento de los nuevos emprendimientos.

En este contexto, el 9 de marzo de 1776, sale de la imprenta la primera edición de La Riqueza de las Naciones. El hecho que Adam Smith, un filósofo escocés, haya escrito el libro que revolucionaría la forma de entender la producción y el desarrollo económico, no es casual. En Glasgow y Edimburgo florecían las ideas de libertad. Y es esa libertad imperante la que permitió dejar a las mentes pensar en cambios. Es entonces, el aire renovador y de libertad el que posibilitó acrisolar el cambio de estructuras en ciernes.

Con la Revolución Francesa y la exportación de sus ideas al resto del Continente, se aceleró el cambio de paradigma social y productivo. Como resultados importantes de ese cambio, se destacan los siguientes:

  • Se extendió la base social de quienes pasaron a gozar de derechos de propiedad.
  • Los mercaderes tuvieron acceso a la propiedad de la tierra, que antes les estaba vedada y restringida solo a los señores feudales y nobles, en la medida que la Corona lo permitiese.
  • Comenzó a tener mayor relevancia la propiedad sobre bienes muebles y procesos productivos, que la propiedad sobre inmuebles.
  • Se mediatizó el ejercicio de la propiedad como se la conocía hasta ese momento, lo que dio origen al nacimiento la actividad de los intermediarios (económicamente “agentes”) que, creando una figura nueva, se interpusieron entre el dueño legal y el usuario efectivo de las cosas, modificando los conceptos romanos de la propiedad

Con estos cambios estructurales, surgió la posibilidad de “fundar empresas”, que fue utilizada por personas que, hasta ese momento del desarrollo de Occidente, no tenían posibilidad de acceder a esta actividad y a la riqueza que ella podía generar.

La organización de los factores de producción, labor de la empresa como ente económico y del empresario, como agente económico, obtuvo un estado propio en la sociedad.

La consagración de hecho que esa nueva “clase”, la del empresario dentro de la sociedad, y el crecimiento de la actividad desarrolla por los mismos, reuniendo capital y asumiendo riesgos, fue acompaña de un nuevo marco legal acorde. Se legisló la forma de reunir capital y de repartir consecuentemente el riesgo y las utilidades. Luego se dio protección a las ideas y creaciones, intangible al cual se le comenzaron a aplicar los parámetros del antiguo derecho de propiedad, asociado antes a los bienes físicas. Finalmente, la lex mercatoria, pensada para otros tiempos y otras realidades, fue adaptándose a los nuevos actores y funciones.

5)        Revisión de los marcos legales de la actividad productiva

Todos estos cambios que se fueron experimentando en la actividad de producción, y de comercialización de bienes primero, y los consecuentes e inevitables cambios en la organización de la sociedad que se produjeron inmediatamente luego, fueron seguidos de manera inescindible por cambios en el sistema legal.

La ley sigue al hecho y a la relación jurídica creada por los hombres, a los que debe dar respuesta en la sociedad organizada. Por tanto, los antiguos marcos jurídicos, creados con una visión estática y mayor apego a los estamentos sociales y sus roles y responsabilidades, fueron dando paso a nuevas reglas que permitieron consagrar los cambios ya consolidados.

En una presentación esquemática de los hechos históricos relevantes, las formas de organización de la actividad productiva y comercial, y las normas jurídicas que en cada momento surgieron y cambiaron las reglas anteriores, hacemos el siguiente resumen.

El cuadro que presentamos no es exhaustivo ni conclusivo, sino tan solo un esquema a grandes pinceladas, de la evolución que las normas con las cuales a diario trabajamos. El motivo por el que presentamos el mismo, como punto conclusivo de este corto trabajo, es el intento de ilustrar de manera simple, una evolución de casi diez siglos. Ojalá el lector aproveche de él.

 

SIGLO  / AÑO

ACONTECIMIENTO HISTÓRICO RELEVANTE

MODO DE ORGANIZADO DE SATISFACER NECESIDADES O ACONTECIMIENTO CONDICIONANTE DE ÉSTE  DESDE LA PRODUCCIÓN

FORMA DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS ACTIVIDADES PRODUCTIVAS

NORMAS APLICABLES A LAS RELACIONES ORIGINADAS EN ELLAS

Siglo XI

Aumento de la población de Europa

·         Mejora en la producción agrícola

·         Excedentes vendibles

·         Primeras corrientes comerciales estables norte /sus

Artesanal y mercantil individual

Derecho romano, canónico y normas urbanas (conseuetudo, con fuentes complementarias locales, incorporadas por costumbres comerciales

Siglo XII

Establecimiento de artesanos y mercaderes en las ciudades (surgimiento de la “nueva clase”) posteriormente formarán las asociaciones de oficiales (“compagnonages”)

·         Surgimiento de la artesanía textil en Flandes

·         Establecimiento regular de las Ferias de Champagne

 

Normas urbanas

Siglo XIII

Establecimiento firme y consolidación de los gremios, gildes y hansas

Regulación de las actividades artesanales y mercantiles

Empresas navales y asociadas

·         Registros especiales

·         Sentencias de guardas feriales

·         Reglas de los gremios

1348

Peste negra

Desaparición del feudalismo con consecuencias contradictorias

 

 

1407

 

“Banco de San Giorgio”

 

Diferenciación entre las normas de la ciudad y la de los gremios

Siglo XIV

 

Consolidación del dominio de los mercaderes en las ciudades

 

 

Siglo XV

 

·         Fortalecimiento de las reglamentaciones y controles de actividades por los gremios y ciudades

·         Primeras manifestaciones industriales de comerciantes en el campo, en Inglaterra

 

 

1492

Descubrimiento de América

 

 

 

Siglo XVI

·         Comienzo de las grandes empresas de conquista y colonización

·         Apogeo en Francia de las Ferias de Lyon

·         Economía muy internacionalizada

·         Surgimiento y apogeo de la actividad financiera

·         Comienzo de la entrada en  Europa de grandes cantidades de riqueza, producto de las empresas en nuevas tierras

·         Surge la figura del “fabricante”

 

·         Normas mercantiles Francia e Inglaterra

·         Perdida de fuerza de los derechos locales a favor de uno unificado

1533

 

 

 

“Tractatus de Mercatura”

1556

 

 

 

Bolsa de Londres

1560

 

 

 

Ordenanzas de Bilbao

Siglo XVII

 

Consolidación absoluta de las prácticas comerciales

 

 

1602

Compañía Holandesa de Indias

 

 

 

1630

Peste en Italia

·         “Revolución Agrícola en Inglaterra” y posterior exportación al Continente (Holanda)

·         Surge el “Negociante” (empresario primitivo) con sistema de “putting-out”

·         Dominio de los comerciantes sobre los artesanos urbanos

·         Compañías privilegiadas, por acciones, con participación estatal y manufacturas estatales, con regímenes jurídico y fiscal especiales

 

 

Siglo XVIII

“Derogenance” francesa

La incipiente “nebulosa industrial”, utillaje propiedad del artesano

 

 

1737

 

 

 

Nuevas Ordenanzas de Bilbao

1750

Invención del bastidor hidráulico

Factorías casi inexistentes

 

 

1760

Crecimiento de los mercados por aumento de las comunicaciones

Surge en Inglaterra el Factory System

 

 

1776

Se publica “la Riqueza de las Naciones”

 

 

 

1790

Telar a vapor

 

 

 

1794

 

 

 

Derecho Territorial Prusiano

Siglo XIX

 

Generalización en toda Europa de la utilización de los sistemas

 

 

1804

Code Civil

 

 

 

1807

Code de Commerce

Privatización de la sociedad anónima

 

 

 

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