Cuando se atiende principalmente a normas especializadas en materia ambiental en Guatemala, que más cerca muestra al ecologismo como actor político, social y económico, en sus discursos y en sus prácticas, no parece fácil justificar o reconocer una deuda clara con posiciones antiguas e irreflexivas eminentemente antropocéntricas.
Nos olvidamos del eco-centrismo, tendencia moderna, que no es más que una corriente filosófica que surgió a finales del siglo XX, prácticamente con el concepto de desarrollo sustentable, esta filosofía se basa en que las acciones y los pensamientos del individuo deben centrarse en el medio ambiente por sobre todas las cosas, tanto en su cuidado y la conservación.
El eco-centrismo expone un amor hacia la naturaleza como ser abstracto total. Al contrario que el antropocentrismo, el eco-centrismo se preocupa por preservar ecosistemas y especies, no por conservar la vida de individuos concretos, situando moderadamente en un plano igual a la naturaleza y al ser humano como un todo.